La Biblia de Gotha, un códice a caballo entre dos épocas


La llamada Biblia de Gotha, o de Otón Enrique, es un caso bastante peculiar en la historia de los manuscritos. Esto es así porque, aparte de su importancia histórica y lingüística en el ámbito germánico, que enseguida abordaremos, conoció dos fases de elaboración, las cuales han dejado su propia impronta en la fisonomía actual del libro: una primera, hacia 1430, en la cual el duque Luis VII de Baviera encargó la confección de un códice iluminado del Nuevo Testamento, y una segunda, un siglo después, en la que el conde Otón Enrique de Pfalz impulsó su conclusión asignando la tarea de iluminar el texto al pintor Matthias Gerung, quien imprimió su propio estilo y su propio sello a las miniaturas que creó. Esta peripecia histórico-genealógica redundó en un códice dividido en dos grandes bloques: el prólogo y el Evangelio de Mateo y la primera mitad del de Marcos (hasta el folio 61), iluminados en un estilo plenamente medieval, y el resto del Nuevo Testamento (a partir del folio 65, esto es: la segunda mitad del Evangelio según Marcos, los de Lucas y Juan, los Hechos de los Apóstoles, las Epístolas y el Apocalipsis), con una impronta renacentista.

Por lo pronto, hay que destacar que la Biblia de Otón Enrique es la primera traducción al alemán del Nuevo Testamento que contaba con ilustraciones específicamente creadas para ella (la primera traducción propiamente dicha fue la de la Biblia de Ausburgo, de 1350). El códice está compuesto por 307 hojas de pergamino de gran formato y en la actualidad está depositado en la Biblioteca Estatal de Baviera, con la signatura Cgm 8010. Los respectivos escudos de armas de los dos impulsores de la realización del libro figuran al principio y al final del mismo, lo cual le añade un punto de originalidad adicional.

Si bien el texto fue escrito en letra gótica por un único amanuense, el códice sólo fue iluminado en una quinta parte por hasta tres maestros distintos (identificados en el libro con las iniciales de Jerónimo, Mateo y Marcos); como se ha dicho ya, quien lo concluyó fue el artista Matthias Gerung (c.1500-1570), quien además creó las iniciales del manuscrito.



La comparación entre ambas partes del códice resulta abrumadora: mientras que las miniaturas de la primera parte adolecen de una rudeza pasmosa, las de Gerung son ricas, delicadas y encantadoras. Incluso en 1430, las ilustraciones de los anónimos autores son anacrónicas, planas, en un estilo gótico primitivo, inexpresivas e incluso rancias. Gerung, en cambio, imprime a sus escenas sentido del ritmo y de la psicología. Su fértil talento le lleva a crear hasta tres crucifixiones distintas, a cual mejor cada una de ellas, en lugar de ceder a la fácil tentación (común en otros casos) de repetir la misma miniatura. Quizás donde más sangrante resulte la confrontación sea en la figura de Jesucristo: mientras que en la versión del siglo XV parece un pasmarote sin gracia, en la del siglo XVI transmite espiritualidad y cautiva por su embriagadora sencillez.



Según Brigitte Gullath, el pintor Jerónimo acusa la influencia del estilo bohemio de ilustración de manuscritos, mientras que los otros dos autores siguen modelos vieneses e italianos: Mateo parece inspirarse en Giotto y Marcos, en Pietro Lorenzetti, principalmente. Estos tres maestros fueron los responsables de las primeras 29 miniaturas, así como de 46 iniciales. Por su parte, Gerung siguió los pasos de Durero, Lucas Cranach el Viejo y Hans Burgkmair en sus 99 miniaturas y 235 iniciales.

El manuscrito sufrió todo tipo de peripecias a lo largo de los siglos, siendo incluso robado como botín de guerra desde Heidelberg hasta Múnich y luego a Gotha, en donde en el siglo XIX fue dividido en ocho volúmenes. La Biblioteca Estatal de Baviera adquirió tres de estos volúmenes en 1950, y los cinco restantes en 2007.